LA INOPERANCIA AL SERVICIO DEL ROCK

Publicado: 21/03/2011 en LA COLUMNA DEL GUITARRISTA

En cuántos momentos de la vida, uno mira hacia atrás y ve el largo camino que ha recorrido, en el plano sentimental, laboral, familiar, etc. En este caso, me voy a situar en el plano laboral, más precisamente en la música como profesión.
A algunos, a esta altura del texto, ya les habrá atravesado un rayo fugaz por el cerebro preguntándose en forma irónica: la música es un trabajo? Pero hoy no voy a profundizar en ese punto, será en otra oportunidad.
Volviendo a los que les contaba al principio, veo que en mi incipiente carrera de aproximadamente 11 años con la música, contados a partir de mi primer presentación en un escenario, me encontré con algunos éxitos y un sinfín de fracasos. Entiendo que entre ambos resultados convive la experiencia, pero más allá de catalogar mi carrera en buena o mala, no puedo pasar por alto todo lo que me costó llegar a donde llegué y ser quien soy en la música.
No lector, no me comí la humildad para escribir esto, sé muy bien donde estoy parado y evidentemente si me conoce sabría a que me refiero.
Para mí el sacrificio por intentar vivir de lo que me gusta se resume en 11 años de ensayos, una, dos, tres y hasta cinco veces por semana, viajar de madrugada atravesando la Capital Federal en colectivo llevando en brazos a mi hija para poder ensayar, juntar centavo por centavo por años para poder comprar mis instrumentos, endeudarnos para poder editar un disco, pasar seis horas con 10° C al aire libre exponiendo el material de la banda, y muchas otras más, pero creo que ya tienen un panorama mucho más amplio y entienden a lo que me refiero cuando utilizo las palabras “costó” o “sacrificio”.
Y para vos… cuánto vale eso?
Más allá de la valorización que podrías dar sobre mi esfuerzo como músico, hay algo que considero que no podría faltar entre nosotros, el respeto.
Si me vieras por primera vez, y escucharas un tema de Mundanos, o me individualizarías en un “solo” de guitarra, podría llegar a gustarte o no, pero no deberías faltarme el respeto, porque justamente no conocés el esfuerzo que realizo día a día para poder vivir de esto. 
Pero pongamos el ejemplo en que sí, me faltaras el respeto, dejando en ridículo mi trabajo. Cuál es la forma en que debería reaccionar?
Se me ocurre como primera opción, un buen sopapo, pero descarto la violencia como forma de resolver nuestras diferencias, porque sería muy efímero el sentimiento de reivindicación, entonces sin la destreza física, me queda la palabra (pero no dudes que me encantaría darte una buena paliza). Y con la palabra del modo que la emplee y en el lugar que la emplee, me puedo diferenciar de vos, y de todos los que son como vos.
Por eso, haciendo uso del lugar que me toca ocupar, voy a ser justo en mis palabras, y les dedico el título de este texto, al dueño del boliche Green Hell, al “intento” de sonidista” que trabajó el Sábado 12-03-2011, y al encargado de seguridad…. no, perdón, al encargado de maestranza que le tocó de hacer de seguridad esa noche y nos supo tratar tan amablemente.  

Con todo respeto!

Alberto Tejedor, guitarrista de Mundanos.

Seguime en Twitter: @AJTejedor

comentarios
  1. Charli dice:

    Berto, me gusto. Más allá de entenderlo perfectamente, y vivirlo, me gusto mucho leerte.

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